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ISSN: 2659-7721
DOI: https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.182
Lugar y no lugar: los espacios del miedo desde una perspectiva de
género.
Place and non-place: spaces of fear from a gender perspective
Marta Villanueva Padilla
Universidad de Jaén
mvp00030@red.ujaen.es
Resumen:
El tema principal del texto es analizar los conceptos de lugar y no-lugar que crMarc
Augé para referirse a “los espacios del anonimato” en el ámbito de las ciudades y localidades,
relacionándolos con los espacios del miedo que hay en dichas zonas, desde una perspectiva del
género femenino. Se pretende dar visibilidad al colectivo de las mujeres y reivindicar seguridad
para ellas en los espacios del miedo de las localidades, promoviendo la protección de sus
derechos como ciudadanas. Trabajar los lugares y no-lugares de las ciudades o localidades en
las que habitamos nos permite entender el entorno y la sociedad con la que convivimos,
pudiendo así, transformarla y cambiarla para un mejor aprovechamiento y uso de todos los
espacios por todos los ciudadanos y ciudadanas. Desde esta perspectiva, se presenta un mapeo
artístico de la localidad de Santisteban del Puerto; este, simboliza los espacios del miedo para
algunas mujeres de la zona que han sido encuestadas previamente.
Sugerencias para citar este artículo,
Villanueva Padilla, Marta (2024). Lugar y no lugar: los espacios del miedo desde una perspectiva de género.
Afluir (Extraordinario IV), págs. 7-19, https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.182
VILLANUEVA PADILLA, MARTA (2024). Lugar y no lugar: los espacios del miedo desde una perspectiva de
género. Afluir (Extraordinario IV), febrero 2024, pp. 7-19, https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.182
Recibido 12/02/2024 Revisado 14/02/2024
Aceptado 19/02/2024 Publicado 29/02/2024
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Abstract:
The main theme of the text is to analyze the concepts of place and non-place that Marc
Augé created to refer to “the spaces of anonymity” in the field of cities and towns, relating them
to the spaces of fear that exist in these areas, from a perspective of the female gender. The aim
is to give visibility to the group of women and demand security for them in spaces of fear in
localities, promoting the protection of their rights as citizens. Working on the places and non-
places of the cities or towns in which we live allows us to understand the environment and the
society with which we live, thus being able to transform and change it for better use and use of
all spaces by all citizens and citizens. From this perspective, an artistic mapping of the town of
Santisteban del Puerto is presented; This symbolizes spaces of fear for some women in the area
who have been previously surveyed.
Palabras Clave: Lugar, no-lugar, espacios del miedo, mujeres, mapeo artístico.
Key words: Place, non-place, spaces of fear, women, artistic mapping.
Sugerencias para citar este artículo,
Villanueva Padilla, Marta (2024). Lugar y no lugar: los espacios del miedo desde una perspectiva de género.
Afluir (Extraordinario IV), págs. 7-19, https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.182
VILLANUEVA PADILLA, MARTA (2024). Lugar y no lugar: los espacios del miedo desde una perspectiva de
género. Afluir (Extraordinario IV), febrero 2024, pp. 7-19, https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.182
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Lugar, no-lugar: los espacios del miedo desde una perspectiva de género
Resulta de vital importancia conocer y dar nombre a los problemas que hay en la sociedad
en la que vivimos día a día, para entender por qué suceden ciertos acontecimientos en
determinados lugares de nuestra sociedad contemporánea. Es por ello que, se considera
relevante conocer los conceptos de lugar y no-lugar que Marc Augé creó en torno a la noción de
espacio como territorio, lugar de socialización, de identidad y de memoria colectiva.
Augé considera que, una antropología que le preocupe los problemas comunes de la
sociedad en la que vivimos, una sociedad contemporánea, debe de analizar dichos problemas
según las categorías tradicionales o, debe construir nuevos objetos. Es por ello que sigue el
siguiente principio: La investigación antropológica se enfoca a la cuestión del otro, lo que le
permite definir otros campos como el otro exótico, el otro de los otros, el otro étnico o cultural,
el otro social y el otro íntimo (Hernández, 1999).
Según Hernández (1999), para Augé, las representaciones de alteridad íntima sitúan la
necesidad en la individualidad, lo que les impide diferenciar la identidad colectiva de la
individual. No importa el nivel al que se aplique la investigación antropológica, siempre va a
tener por objeto interpretar la conceptualización que otros hacen de la categoría del otro según
el lugar geográfico donde habiten o su necesidad. Por todo ello, debemos de dudar de las
identidades absolutas que nunca son lo bastante simples para no situarse en relación al orden
que les asigna el lugar.
Se piensa que el agotamiento del estudio en terrenos exóticos nos lleva a horizontes más
familiares, sin embargo, el mundo contemporáneo con sus transformaciones aceleradas nos
lleva a una mirada antropológica. En referencia a dichas transformaciones, Augé se centra en las
nociones de tiempo y espacio, afirmando los problemas que existen para poner límites
temporales en la superabundancia de acontecimientos, lo que nos complica ubicar los
acontecimientos. La superabundancia es considerada un problema de naturaleza antropológica
(Hernández, 1999).
En relación con estos conceptos de lugar y no-lugar, aparece otro concepto que es:
espacios del miedo. El espacio público se trata de forma recurrente como un lugar de
inseguridad y miedo, con orígenes en los estereotipos y prejuicios hacia la diversidad, de esta
forma, los espacios del miedo son calles o barrios que el género femenino intenta evitar transitar
por miedo o sensación de inseguridad al ser consideradas como el sexo débil. Como veremos a
lo largo del texto, la solución a dicho problema se resume en crear espacios con vida durante
todo el día, que estén controlados y accesibles para todas las personas, generando así una ciudad
inclusiva (Santos, 2014).
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El objetivo que tiene este artículo es la de reconocer y estudiar los lugares y no-lugares de
nuestras ciudades y localidades, en este caso nos centramos en la localidad de Santisteban del
Puerto, y demostrar la relación entre ambos conceptos con los llamados espacios del miedo bajo
una perspectiva del género femenino, intentando dar solución al problema de inseguridad de las
mujeres en dichos espacios.
Materiales y métodos
Este artículo se ha realizado bajo un paradigma socio-crítico porque se tiene el propósito
de liberar a la población de las limitaciones que hay en la sociedad, intentando mejorar la
distribución de poder y recursos (Loza et al., 2020). Se intenta dar visibilidad y solución al
problema que existe en las ciudades y localidades con los lugares y no-lugares y cómo nos
relacionamos con estos entornos según sus particularidades.
Se decidió realizar este estudio por la necesidad de entender los distintos espacios que
hay en las ciudades y localidades, con el ímpetu de señalar aquellos espacios de tránsito, por los
que vamos de paso bajo el anonimato, en los que no se crea ningún vínculo sentimental ni
afectivo, lo que hemos denominado durante este artículo como no-lugares, los espacios del
miedo desde una perspectiva del género femenino. Con todo ello, se quiere trabajar desde una
perspectiva de género para mejorar la situación y posición de las mujeres en los espacios
públicos ya que, se ven, y se han visto durante décadas, influenciadas negativamente por los
espacios públicos al considerarnos el sexo débil y atribuirnos cantidad de estereotipos cargados
de connotaciones misóginas (Segura, 2006).
Las fases que se han llevado a cabo para resolver el presente problema han sido cuatro en
concreto:
- Primero se ha estudiado con profundidad los conceptos de lugar y no-lugar, para
entenderlos e interiorizarlos y, así, poder diferenciarlos en nuestras ciudades o localidades,
además de poder relacionarlos con otros conceptos que habitan en la ciudad.
- Posteriormente, se comprobó la relación que tienen estos dos conceptos (lugar y no-
lugar) con los espacios del miedo que hay en las diferentes ciudades, analizando también con
profundidad su definición para así comprenderlo mejor.
- Para analizar esta relación se llevó a cabo una encuesta, de forma aleatoria, a 15 mujeres
de entre 20-30 años de la localidad de Santisteban del Puerto, que contaba de las siguientes
preguntas:
1. ¿Sueles cambiar tu ruta de vuelta a casa si es de noche? ¿Y si encuentras a personas
que no te transmiten confianza?
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2. ¿Alguna vez has evitado pasar por alguna calle o lugar por miedo? Indica el nombre de
la/s calle/s o lugar/es y por qué motivo te daba miedo.
3. ¿Te sientes más segura si vas acompañada?
4. ¿Te ha ocurrido alguna experiencia relacionada con violencia o agresión por el simple
hecho de ser mujer? En caso afirmativo, ¿puedes contar la experiencia e indicar el lugar
en el que sufriste dicho suceso?
5. En relación a la pregunta anterior, ¿después de esa experiencia has evitado transitar por
el lugar en el que sucedió?
6. ¿Cómo crees que se podría subsanar estas situaciones en determinados barrios?
7. ¿Piensas que las mujeres tenemos más miedo a ciertos lugares que los hombres?
Justifica tu respuesta.
- Por último, con los resultados obtenidos se sacaron conclusiones y se realizó un mapeo
artístico para dejar constancia de los espacios del miedo que hay en la localidad de Santisteban
del Puerto. Este mapeo artístico es como una cartografía alternativa que nos sirve de
instrumento para contrastar la visión del espacio con el significado que le queremos dar y
mostrar las actividades sociales que se realizan en dichas zonas (Gutiérrez-González, 2019).
Gracias a las respuestas de las 15 entrevistadas, se pudo comprobar que la localidad de
Santisteban del Puerto cuenta con una gran cantidad de espacios del miedo. La mayoría de ellos,
suelen ser lugares que, cuando llega la noche, se convierten en no-lugares, debido a la poca
iluminación de las calles, a la gente que frecuenta dichos espacios de noche o debido al vacío y
deshabitación del barrio que indican. Se recopiló una lista con los barrios, calles y avenidas que,
para esas mujeres, son espacios del miedo y se recopiló un mapeo artístico que hemos mostrado
con anterioridad.
Como hemos mencionado con anterioridad, la investigación se ha realizado en la
localidad de Santisteban del Puerto, perteneciente a la comarca del condado (Mercado, 1973),
porque es una población pequeña en la que existe un gran rechazo a ciertas calles por miedo.
Como es una localidad pequeña, no se ha centrado en ningún barrio en concreto, sino que se ha
decidido estudiar todo el callejero de la localidad.
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Discusión y resultados
Lugar y no lugar
Siguiendo a Marc Augé (1998), la organización del territorio ha estado siempre
determinada por diferentes aspectos, como el aspecto económico, por las tierras de cultivo, caza
o pesca; por aspectos sociales, diferenciando espacios públicos y privados; o aspectos
individuales, por las reglas de residencia y herencia. En este sentido, se puede comprobar que, a
lo largo de la historia, siempre se ha tenido la preocupación de dotar de sentido al lugar que se
existe y que se ocupa. La organización del espacio urbano sigue un orden que da diferentes
oportunidades a sus habitantes, atendiendo a las relaciones sociales y espaciales. Es dicha
organización la que forma la identidad social de las personas (Jodelet, 2010).
Un lugar, se puede definir como un espacio en el que pueden vislumbrarse elementos de
identidades individuales y colectivas que comparten una misma historia, es un lugar en el que se
tiene el mismo lenguaje que dota de gran complicidad entre los individuos que conviven en el
mismo y que es delimitado por fronteras, tanto internas como externas (Augé, 1998). El
vínculo que generan las personas con el entorno puede ser explicado desde diversos conceptos,
sin embargo, destacan entre todos la identidad de lugar y el apego que se tiene al lugar (Berroeta
et al., 2015).
Por el contrario, un no-lugar puede definirse como un espacio en el que no se vislumbra
ninguna identidad ni relaciones entre individuos con la misma historia, frecuentados por
personas solitarias y silenciosas. Son espacios de circulación o de consumo, como pueden ser
los aeropuertos, autopistas, pantallas, supermercados, etc., donde los códigos y reglas son de un
uso inmediato (Augé, 2020). Dichos espacios, son la expresión de la “sobremodernidad”: la
aceleración y rapidez de la información, el estrechamiento del planeta: circulación acelerada de
los individuos, imágenes e ideas, y la individualización de los destinos: desterritorialización
(Augé, 1998).
Debido a la globalización, se han creado no-lugares electrónicos, donde la posibilidad de
moverse por esos espacios de internet con pocas fronteras nos lleva a una banalización de las
relaciones humanas y a darle poca importancia a las ideas, identidades y principios. Debido a
todo esto, nos da la impresión de que las tecnologías nos influye en la percepción de la realidad,
dándole más importancia a lo que vemos a través de la pantalla que a la propia realidad (Falcato,
2006).
La oposición entre lugar y no-lugar es relativa en el tiempo ya que, un lugar puede
convertirse en no-lugar o viceversa; además, un lugar, no tiene el mismo significado para todas
las personas dado que, un aeropuerto no significa lo mismo para una persona que viaja que para
una persona trabajadora. Es por ello que, tenemos que prestar atención a la diversidad que
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convive en el mismo espacio, considerando el lugar-no lugar como un instrumento flexible que
acoja el sentido social del espacio y los símbolos que se dan en él (Augé, 1998).
Marc Augé (1998), semana que alrededor de las ciudades es donde se multiplican los
espacios y el sentido social se considera más problemático debido al doble movimiento
centrípeto y centrífugo y que son el punto de partida y de llegada de los flujos materiales e
inmateriales, humanos y no-humanos. Las ciudades tienen su propia memoria histórica que se
conecta con la nuestra individual, donde cada persona ha tenido sus propias experiencias en
diferentes lugares de la ciudad.
De los lugares a los no lugares
El lugar es lugar por el intercambio de palabras, por la convivencia y la complicidad, por
lo tanto, si un lugar no se puede definir como lugar de identidad, relacional e histórico es
considerado como un no lugar. Según Augé (1992), es la sobremodernidad la que produce no
lugares, que se multiplican bajo lo inhumano, puntos de tránsito donde lo que prima es la
individualidad solitaria y lo efímero.
Está claro que, un no lugar existe al igual que un lugar, simplemente ambas, son
polaridades falsas porque el lugar nunca se va a borrar del todo de ese espacio y el no lugar no
se cumple en todo momento ni para todas las personas. Sin embargo, la coexistencia de los dos
es lo que crea la ciudad moderna, la pérdida de la persona entre la gente o el poder absoluto
reivindicado por la conciencia individual (Augé, 1992).
Para Augé (1992), en el no lugar encontramos dos realidades complementarias: los
espacios en relación a determinados fines como el transporte o el comercio y la relación que las
personas tienen con dichos espacios. En cierto modo, el usuario que transita por el no lugar
siempre está forzado a probar su inocencia porque el no lugar libera a la persona que lo transita
de sus determinaciones habituales que no encuentra su identidad, solamente la encuentra en el
contacto con otra persona.
Unido a la falta de espacios públicos, los que existen están en malas condiciones, por lo
que lo percibimos como una amenaza, perdiendo así la solidaridad y el respeto hacia otras
personas. Todo ello ocurre por la falta de espacios de interacción social, donde se constuye la
identidad colectiva y aumenta la seguridad, cuando todo ello falla y buscamos nuestra seguridad
en los espacios privados es donde pasamos a convertir esos espacios públicos (lugares) en no-
lugares (Laub, 2007).
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Espacios del miedo
“El espacio no es un objeto científico descarriado de la ideología o de la política; siempre
ha sido político y estratégico.” (Lefebvre, 1976, p.46), lo que significa que los espacios se
construyen a través de procesos sociales e históricos, donde el cuerpo no está exento, ya que
también es un lugar que se construye según la sociedad y las prácticas que se realicen en los
distintos espacios.
Las emociones nos llevan a comportarnos de una manera determinada u otra porque
organizan nuestro pensamiento y conducta individual que, nos permite relacionarnos y
socializar con los demás de diferentes formas. Una de esas emociones es el miedo, que,
normalmente, nace de la sensación de amenaza, ya sea real o imaginaria, o de peligro, ligadas a
la repetición de estereotipos que la sociedad tiene arraigados (Sandoval y Jiménez, 2022). En
este contexto, el miedo a la violencia urbana tiene componentes de género específico,
diferenciando claramente el miedo de los hombres y las mujeres (Soto, 2012).
El miedo que vemos en la sociedad está sumamente relacionado con la raza, clase, edad,
orientación sexual y, sobre todo, con el género. Desde una perspectiva de género femenino,
vemos cómo ciertas características de lugares de la ciudad, junto con otros factores como si es
de día o de noche, si hay gente o no, etc. hacen sentir incómodas a las mujeres que transitan por
esos espacios o hacen percibir esos lugares como peligrosos. De esta forma, podemos observar
que hay una gran exclusión de este sector en la ciudad o en muchos lugares de ésta (Añover,
2014).
Como hemos mencionado anteriormente, los sentimientos y las percepciones de miedo en
los espacios están condicionados por nuestra propia experiencia, que influye en la manera de
comportarnos en dichos lugares. Es debido a esto que, se considera necesario situar la
experiencia femenina en el espacio urbano para estudiar la relación entre la ciudad, sus espacios
y las inseguridades que existen en sus zonas (Patiño-Díe, 2016).
Mercedes Zúñiga (2014), en su estudio de las violencias contra mujeres en espacios
públicos, resalque, en estos espacios, conviven simultáneamente las relaciones de poder y el
ejercicio de la libertad, tanto individual como colectiva. Las mujeres se ven a mismas como
un objeto de deseo para los hombres de la zona y, a la vez, son invisibles en cuanto a derechos
se refiere, teniendo que tomar precauciones de seguridad como no entrar en contacto con
desconocidos o modificar horarios y rutas (Sandoval y Jiménez, 2022).
Los resultados de la investigación que llevó a cabo Añover (2014) muestran que, existe,
por un lado, existe la violencia simbólica, las normas que están socialmente aceptadas y que
están enraizadas en el tiempo, como son los roles de género; y, por otro lado, existe la violencia
estructural, la violencia en la que la acción se produce a través de mediaciones institucionales o
estructurales, es decir, las instituciones no hacen nada para terminar con esos espacios del miedo
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y dejan pasar los casos de agresión, llegando a tener una injusticia social para las mujeres que
no se contempla para los grandes organismos.
De esta forma, la violencia repetida hacia la mujer en estos espacios nos lleva a su
normalización, convirtiéndose en un gesto habitual de muchos hombres para interactuar
socialmente. Todo esto, nos lleva a convertir el espacio social y cultural como un espacio
masculino en el que las mujeres víctimas se sienten culpables por estar en determinados lugares
y a ciertas horas siendo ellas las principales víctimas (Sandoval y Jiménez, 2022).
Relación entre el lugar y no lugar y los espacios del miedo desde el género
Como hemos comentado anteriormente, un lugar se puede transformar en un no lugar por
la falta de identidad, historia y convivencia, que nos muestra escenarios inhumanos utilizados
simplemente como puntos de tránsito, donde lo que resalta es la individualidad solitaria y lo
efímero. Esta transformación o transmutación de lugar a no lugar sucede en las ciudades o
localidades debido a que el lugar en nunca se va a eliminar por completo y el no lugar no se
cumple en todo momento ni significa lo mismo para todas las personas.
Teniendo en cuenta dichas afirmaciones y, bajo una perspectiva del género femenino,
tratamos los espacios del miedo como no lugares que las mujeres evitan o transitan con miedo
por sufrir alguna agresión de cualquier tipo. Es cierto que dichos espacios del miedo suelen ser
lugares que pasan a ser no lugares por la poca iluminación, por el poco tránsito de personas o el
silencio, entre otros factores; pero, cuando ocurre esta transformación en no lugar, las mujeres
se sienten totalmente indefensas e inocentes en esos espacios sin identidad alguna como
muestran los resultados de la investigación realizada por Robles (2014).
Bajo este punto de vista, se han estudiado los espacios del miedo de la localidad de
Santisteban del puerto, entre los que se encuentran: Calle Escultor Higueras, Calle Higuerillas,
un tramo de la Avenida Andalucía, parte de la Calle Sancho VI, parque municipal El Saltadero y
su barrio, Calle Alcalde Ramón Padilla, Calle la Paz y otras zonas ubicadas en la parte alta del
pueblo. Todos estos espacios han quedado recogidos en el siguiente mapeo artístico:
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Ilustración 1: Elaboración propia.
Resultados
Como hemos podido comprobar con la entrevista realizada a las mujeres de la localidad,
el sector de población femenino, sin darse cuenta, suele cambiar su ruta habitual de vuelta a casa
si es de noche ya que, como nos indica una de ellas, “hay muy poca iluminación por las calles y
prefiero ir por donde hay más personas e iluminación aunque tarde más”; cada entrevistada ha
dado ejemplos de espacios del miedo refiriéndose a calles o avenidas cercanas a su hogar,
afirmando así que, han sentido miedo alguna vez volviendo a casa. La mayoría de estas mujeres
solucionan este problema pidiendo ser acompañadas por alguien con quien se sienten seguras o
avisando que han llegado a casas sin sufrir ningún tipo de violencia, sin percibir esa prohibición
de derechos como ciudadana de ir sola por cualquier calle con libertad y seguridad.
La mayoría de las encuestadas, ha sufrido alguna experiencia traumática relacionada con
violencia o agresión por el simple hecho de ser mujer. Una de ellas relata cómo fue perseguida
hasta su casa por un hombre mientras recibía ofertas obscenas de todo tipo. Además, todas ellas
coinciden en que, alguna vez han obtenido “piropos” de hombres que iban montados en sus
coches por la carretera, haciéndolas sentir incómodas, una de ella nos dice: “muchas veces he
recibido “piropos” que me han hecho sentir insegura, sobre todo de hombres que van con el
coche y consideran que es algo agradable para las mujeres”. Todas ellas, han evitado volver a
pasar por los lugares en los que ocurrieron estos sucesos o, si no les queda otro remedio, pasan
aumentando la velocidad y con temor, convirtiendo esos lugares en espacios del miedo.
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Los resultados nos dan a conocer que, todos los espacios del miedo de las entrevistadas
tienen factores en común como son: la poca iluminación de la zona, calles estrechas, donde
habita o transita poca gente, siendo lugares muy silenciosos. Tras preguntar cómo se podría
transformar estos lugares nos dan soluciones como “poner más iluminación en las calles, sobre
todo, en la parte alta del pueblo” o habilitar alguna cámara de seguridad.
Cuando fueron preguntadas por qué solo las mujeres teníamos esos espacios del miedo, se
obtuvieron las siguientes respuestas:
“Porque siempre, por el simple hecho de ser mujer, sufrimos actos como el de que los
hombres nos tengan que piropear, perseguir, acosar, y llega un momento en el que las mujeres
tenemos que dejar de hacer cosas como simplemente pasar por ciertas calles, evitando que un
“simple piropo” vaya a más y acabe en una desgracia”.
“Porque, al ser oscuros, los hombres que realizan cualquier tipo de violencia no pueden
ser identificados o no se puede distinguir si es una agresión o una simple discusión entre dos
personas y así, nunca sabemos si vamos a llegar a casa sin que nos pase nada”.
“Tenemos miedo porque somos carne de cañón para algunas personas que no tienen
escrúpulos a la hora de avasallar a una mujer en situaciones que pueden ser complicadas, en
complicada englobo cualquier ataque a una mujer, tanto verbal como cualquier otra agresión de
la que no quiero ni mencionar”.
Conclusiones
El objetivo de este artículo era estudiar los lugares y no-lugares de las ciudades y
localidades bajo una perspectiva de género. Gracias a dicho estudio, hemos podido comprobar
cuáles son las zonas de nuestro entorno que se consideran lugares y las que se consideran no-
lugares, llegando a comprender por qué sucede dicha dicotomía y qué factores son los que se
dan repetidamente para que un lugar se transforme radicalmente en no-lugar. Como hemos visto
a lo largo del artículo, los factores determinantes que provocan ese cambio de lugar a no-lugar
son la poca iluminación, calles deshabitadas o de poco tránsito, zonas en las que transitan
personas solitarias y silenciosas y lugares en los que habitan personas que, por algún motivo,
nos transmiten desconfianza.
Siguiendo el patrón de lugar y no-lugar, lo hemos llevado hacia una perspectiva de género
femenino, relacionando estos conceptos que creó Marc Augé con los espacios del miedo, esos
espacios por los que las mujeres sienten rechazo o miedo a transitar porque sienten que van a
sufrir algún tipo de agresión o violencia. Durante el estudio, hemos podido comprobar que estos
espacios del miedo forman parte de los no-lugares, ya que suelen ser sitios en los que hay poca
iluminación y poco tránsito de personas, entre otros factores. Sin embargo, estos espacios del
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miedo, son lugares durante todo el tiempo, que se transforman en no-lugares cuando cae la
noche y esos espacios se vuelven inseguros para las mujeres que los transitan solas y a
determinadas horas.
A través de los resultados de las entrevistas realizadas, hemos podido comprobar que la
mayoría de las mujeres evitan estos espacios del miedo o no-lugares, llegando a cambiar su ruta
de vuelta a casa o transitar por ellos en total alerta y con pavor hasta que los dejan atrás. Muchas
de las mujeres entrevistadas han sufrido algún tipo de violencia o agresión en uno de estos
espacios del miedo y no han vuelto a pasar por esa calle o zona nunca más, para evitar que se
vuelva a repetir o que se incremente la agresión sufrida con anterioridad.
Con el mapeo artístico realizado se puede observar que hay espacios del miedo
prácticamente a lo largo de todo el término de la localidad de Santisteban del Puerto, esto
guarda una especial relación con la localización de las casas de las mujeres entrevistadas ya que,
todas ellas, han definido como espacios del miedo calles o barrios que están cerca de su casa y
que han tenido pavor a transitarlos cuando volvían a casa.
Como conclusión, este estudio nos ayuda a entender nuestra localidad y nuestros barrios y
a dar explicación a los sucesos que pasan en ellos o problemas sociales y por qué motivos
suceden. Además, ayuda a dar visibilidad a la inseguridad que sufren las mujeres en el ámbito
público al ser considerado como el sexo débil y nos paramos a pensar qué soluciones puede
haber para erradicar esos espacios del miedo que privan de libertad ciudadana a las mujeres.
Referencias
Añover López, M. (2014). Los espacios "del miedo", ciudad y género. Experiencias y
percepciones en Zaragoza. Geographicalia, (61), 2545.
https://doi.org/10.26754/ojs_geoph/geoph.201261843
Augé, M. (1992). Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la
sobremodernidad. Editorial Gedisa, S.A. ISBN:84-7432-459-9.
Augé, M. (1998). Lugares y no lugares de la ciudad. III Congreso Chileno de Antropología.
Colegio de Antropólogos de Chile A. G, Temuco.
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