La historia del libro de artista se remonta a formas primitivas de expresión artística, como
los huesos tallados prehistóricos y los papiros egipcios (Escribano, 2020). Sin embargo, es en el
siglo XX cuando este género se consolida como una forma de arte reconocida, integrándose en
las vanguardias artísticas (Antón y Sanz, 2021). Marcel Duchamp desempeñó un papel crucial
en su desarrollo, influyendo en el concepto con obras como "La caja verde" y "La Boîte en
Valise" (Fernández de Arellano, 2019). Otros artistas notables, como Pablo Picasso, también
contribuyeron significativamente a la popularización de este medio, creando más de 150 libros
de artista a lo largo de su carrera.
Una característica distintiva del libro de artista es su naturaleza táctil y multisensorial. A
diferencia de otras prácticas artísticas consideradas como más tradicionales, estos libros invitan
a una interacción física, permitiendo al espectador ver, tocar, oler y manipular la obra. Esta
cualidad interactiva añade una dimensión lúdica y participativa a la experiencia artística,
fomentando una conexión más profunda entre todos los agentes involucrados en dicha
experiencia.
La versatilidad del libro de artista se ve reflejada en la amplia gama de estilos y enfoques
que puede abarcar: manifestándose como poesía visual, happening, escultura móvil, y
abordando temáticas tan variadas como la sensibilidad de quienes los conciben. Esta flexibilidad
permite a los artistas explorar temas y conceptos desde la creatividad, trascendiendo las
limitaciones de otros soportes (Antón, 2004).
A su vez, la combinación de lenguajes, textos e imágenes en el libro de artista lo
convierte en una eficaz herramienta terapéutica, ya que activa los dos hemisferios cerebrales y
potencia la creatividad en la ejecución de obras, permitiendo encontrar caminos de expresión
que sirven para proponer nuevos sentidos dialógicos de los contenidos del propio libro
(Escribano, 2020). El libro de artista ofrece una experiencia personal y directa que es ideal para
difundir ideas y abordar temas de carácter íntimo (Caeiro Rodríguez et al. 2022). Asimismo,
puede tratar asuntos políticos, sociales, económicos, psicológicos, religiosos, eróticos, o
cualquier aspecto imaginable, según la experiencia de su autor/a con el entorno. La elección de
esta forma de expresión surge de una inquietud interna, una necesidad visceral y profundamente
personal (Martínez, 2022). En este sentido, el carácter introspectivo de la práctica artística y la
capacidad autoanalítica de quienes la ejercen, acompaña a las personas en su transformación y
en su búsqueda del bienestar, ya que pueden contribuir a la terapia. Como afirma Kraus, las
artes “evocan belleza, imágenes, deseos, o bien, ayudan a reconocer rincones desconocidos
dentro de la arquitectura de la persona enferma.” (Kraus, 2001, p. 43).