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Revista de Investigación y
Creación artística
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Extraordinario IV
Febrero 2024
I Investigación
ISSN: 2659-7721
DOI: https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.183
fetichismo, contra convención y represión, mostrando a alguien que cree por encima de todo a
las personas. Que reivindica sus orígenes y las cosas buenas de su Cantillana natal. Fija su
historia, o la que nos quiere contar, a veces con contradicciones. Un torrente de palabras que se
reivindica a lo largo del documental de dos maneras: la primera, a través de su cuerpo y su
sexualidad, como elementos provocadores, sobre todo desde el recurso del desnudarse y
evidenciar la genitalidad; y la segunda, a través de su capacidad performativa, de arte de acción,
ilustrándonos sus diferentes intervenciones en el cementerio o Las Ramblas de la capital
catalana.
En lo humano, el documental incide en la dimensión ácrata del artista, definiéndose como
alguien libre de etiquetas, que ve la vida sin sometimiento ni clasificación. Alguien «natural»,
que escapa por la tangente —porque puede y porque quiere, por contexto— del debate sobre
qué es lo común y ordinario en cuanto a su sexualidad o género. Con una fórmula que ahora
suena del todo extraña, «no es un bicho raro, ni una curiosidad expuesta en un escaparate, sino
un ser absolutamente normal —con perdón— y decididamente entrañable» (Trueba, 1978, s.p.).
En cuanto a la religión, en su ambigüedad, descubrimos una devoción agnóstica por las fiestas y
romerías religiosas de su Andalucía natal, uniendo el recurso de la copla de los patios, lavaderos
y tendederos y del teatro popular a su práctica plástica, para dar resultado a obras cañís y camp,
naíf, casi kitsch.
Vuelve con frecuencia a referenciar la «normalidad» como término alterno y ambiguo,
humano. Lo hará en otra entrevista, hablando sobre las quejas de un religioso hacia una de sus
esculturas, que tilda de fea y ordinaria: «mi virgen es de cartón, su cara de barro, su manto es
una cortina que ya está puesta en una casa, y su vestido es un vestido de novia. ¿Qué más
quieren? Si eso es totalmente humano…» (Radio Televisión Española, 1986, min 1:46).
Podemos recuperar aquí también La memoria del sol, documental póstumo dirigido por Juan J.
Moreno (2009), con voluntad de retratar como ven e interpretan a Ocaña, a modo de biografía
no autorizada, familiares, amistades y compañeras de farándula. Jesús Quintero conversaría
también el año de su muerte en El loco de la colina (1983), programa de radio del que queda
registro, por un buen hacer voluntario, de su posición existencial y proto-posthumana, con
palabras llanas: «yo soy feliz dándole al mundo lo que el mundo necesita: colores […] el
hombre se cree el dueño del mundo y el mundo tiene muchos dueños. Los leones, los tigres, los
gatos, los perros […] El hombre debería amar, amarse, soñar mucho y dejarse de plomo»
(Ocaña, en Quintero, 1983, min. 5:00).
Resultados
Me gusta comparar a Ocaña con un pavo real cuando se trasviste en exótico. Es
entonces cuando la tragicomedia alcanza visos de genialidad, porque Pepe es sincero.
Vive su travestismo con sentimiento. Lo exhibe porque le gusta y porque le sirve. Él me
ha dicho que le encanta que lo admiren, que lo jaleen, que le regalen piropos. Me ha
dicho que es narcisista, porque se ama, porque se gusta. Y si a él le gusta, ¿qué le
importa a los demás? ¿Por qué este mundo no deja a Pepe Ocaña, que sea Pepe Ocaña?
(Marchante Barrobés, 1977, p. 57)